La lejanía no sólo se refiere a que River va a jugar en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, a poco más de 1000 kilómetros del Moumental, sino también a que debe acostumbrarse a las diferencias entre la B Nacional, su nuevo hogar, y el torneo de Primera División que lo cobijó durante 110 años.
Una de esas diferencias es la ausencia del público visitante que empezó a regir en el fútbol de ascenso a raíz de los incidentes tras el partido que Chicago y Tigre jugaron en Mataderos por la Promoción de 2007 y que derivaron en la muerte de un hincha del Matador.
El equipo de Núñez estuvo cerca de jugar sin su gente en dos partidos consecutivos en el Monumental: el primero fue el encuentro de vuelta de la Promoción contra Belgrano, luego de que en Córdoba los simpatizantes del Millonario ingresaran al campo de juego a presionar a sus jugadores. El segundo, el del debut en el Nacional B ante Chacarita, cuando, a unos días del enfrentamiento, se determinó que el público local asistiera al cotejo, a pesar de los destrozos en el estadio luego de perder la categoría frente al Pirata.
River, uno de los dos gigantes del fútbol argentino, no está familiarizado con el hecho de jugar sin el apoyo de sus hinchas, pero, pese a los rumores acerca de la asistencia del público visitante al estadio mundialista de Mendoza, el equipo de Matías Almeyda deberá adaptarse a las dificultades del ascenso.
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