viernes, 19 de agosto de 2011

Del amor al odio

Por Nahuel Martínez


Uno de los jugadores que conlleva sentimientos opuestos seguramente es Mauro Óbolo con Vélez Sarfield. Es que con el club de Liniers, debutó en Primera División  pero pasó momentos muy duros tanto en lo futbolístico como en lo personal. Justamente, hoy lo enfrentará con la camiseta de Arsenal de Sarandí y tendrá la chance de convertirle un gol por primera vez en su historia.

Al delantero de 29 años se le cumplió ese dicho famoso que dice “La tercera es la vencida” cuando, desde chico, comenzó a buscar variantes para tener futuro en el mundo del fútbol. Es que primero probó suerte en las inferiores de Boca, donde jugó un año y lo dejaron libre. Luego llegó el turno en las juveniles de Independiente, pero no pasó la prueba. Y finalmente, a través de un contacto, se pudo acomodar en Vélez e iniciar su vida como jugador.

En su primera etapa en el “Fortín”, jugó 31 partidos y convirtió seis goles. A raíz de sus buenos rendimientos, fue convocado para jugar el Sudamericano 2001, donde Argentina salió segunda y entró al Mundial. Luego, debido a que perdió la titularidad en el club de Liniers, no fue llamado para la Copa del Mundo que se disputó en el país, y fue cedido a Belgrano de Córdoba, institución de la cual es hincha.

En el club “Pirata”, a pesar de haber tenido una buena labor, sufrió el peor suceso de su historia como futbolista: Descender a la B Nacional. En la temporada 2001/2002, convirtió ocho goles en 37 partidos, pero no alcanzó para mantener al equipo en primera.

De córdoba emigró a Italia, donde tuvo un paso fugaz por el Piacenza, ya que jugó, apenas, siete encuentros y no logró convertir. Regresó a Vélez, club al cual pertenecía su pase, pero tampoco pudo desentonar: Dijo presente en 11 partidos e hizo tres goles.

Se despidió para siempre del “Fortín” y cayó en Lanús, donde arrancó bien con Carlos Ramacciotti como técnico, pero cuando llegó Néstor Gorosito al banco de suplentes perdió la titularidad y tuvo que marcharse. Igualmente, en el “Granate” dejó su sello de cinco tantos en 32 cotejos.

Emigró por segunda vez a Europa, pero esta vez a España, donde le fue un poco mejor. Jugó para el Burgos, que militaba en la Segunda División B, y convirtió 10 goles en 36 encuentros disputados. Además, logró clasificar a los Playoffs para ascender de categoría, pero perdieron en primera ronda. Regresó a la Argentina y, como su pase pertenecía a Vélez, tuvo que regresar al club de Liniers. Pero Miguel Ángel Russo no lo quiso, y ni siquiera lo dejó entrenarse.

Entonces, Gustavo Alfaro, que firmaba su contrato como técnico de Arsenal de Sarandí y tenía que reforzar la delantera, optó por llamar y comprarle el pase a Óbolo. En esa temporada, la 2006/2007, hicieron la mejor campaña de la historia del club, al sacar 60 puntos, y clasificar a las copas Libertadores y Sudamericana. Se convirtió en uno de los ídolos de la hinchada al convertir nueve goles en 37 partidos, aunque su mayor virtud fue el sacrificio y las ganas.

Como la dirigencia de Arsenal no lo retuvo para la temporada que seguía, el oriundo de Córdoba emigró por tercera vez a Europa donde, esta vez, tuvo todo el éxito que busco durante su vida. Jugó para el AIK de Estocolmo de Suecia, donde fue campeón dos veces de la liga y una de la Copa Nacional. Sus 28 goles en 80 encuentros hizo que se despierte un rumor para nacionalizarlo sueco y pueda jugar con la selección de ese país, pero sólo fue un susurro que no logró prosperar.

Para el Clausura 2010, volvió al club de Sarandí y se agregó al equipo que dirigía, en ese entonces, Jorge Burruchaga. A pesar de que en ese torneo el plantel no tuvo una buena labor, encontró a Luciano Leguizamón como compañero en la delantera, y, juntos, se convirtieron en una de las mejores duplas del fútbol argentino en la actualidad. En este segundo paso, y hasta la última fecha que jugó frente Atlético Rafaela, Óbolo convirtió 22 goles, que, sumado a los nueve que metió en su primera etapa, conlleva un total de 31 tantos, siendo Arsenal la institución que logró meter la pelota en el fondo de la red más veces.

Ahora tendrá la chance de ampliar su marca personal frente a Vélez, y, si logra decretar, será el debut entre los tres palos contra la institución que lo vio nacer y luego le dio la espalda.

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