El próximo sábado desde las 21.15, Independiente recibirá en el Libertadores de América a Arsenal, dos equipos que marcaron dos épocas muy distintas en la carrera del delantero Sebastián Rambert.
“Pascualito” debutó en el elenco de Avellaneda con apenas 18 años y poco a poco se fue ganando un lugar entre los titulares que tiempo más tarde, más precisamente en 1994, obtendrían dos nuevos títulos para las vitrinas del “Rojo”: en primera instancia, la consagración en la Supercopa y luego en el Clausura del mismo año. Ambos logros fueron bajo la dirección técnica de Miguel Ángel Brindisi, quien supo explotar al máximo el potencial del nacido en Bernal y convertirlo en una de las grandes figuras de aquellos campeones.
Tal había sido su rendimiento y tales expectativas había generado con su juego rápido, vertiginoso y su enorme calidad para definir mano a mano frente a los arqueros que fue contratado ni más ni menos que por el Inter de Italia. Pero las sucesivas lesiones sufridas al poco tiempo de su arribo al viejo continente fueron condicionando sus actuaciones y, también, el resto de su carrera.
Tuvo un corto paso por el Zaragoza de España en 1996 y regresó a su país natal para vestir las camisetas de Boca, River y, por segunda vez, de Independiente. Su última experiencia en Europa fue en representación del Iraklis de Grecia y finalmente volvió para ponerle fin a su carrera en Arsenal.
Sin embargo, Rambert seguramente no tuvo el cierre de trayectoria que había soñado desde que se había iniciado como jugador de fútbol. El brillo de sus primeros años se vio opacado año tras año por las continuas lesiones y por el bajo nivel de juego que demostraba. Estaba claro que no era el mismo joven ágil y veloz que solía ser.
En el Apertura del 2002, el delantero sufrió la rotura del menisco de la rodilla derecha en el encuentro que el conjunto de Sarandí jugó frente a uno de sus ex equipos, River. Confirmada su lesión y la posterior operación, no quiso que el club le pagara el sueldo hasta que se recuperara por completo.
Finalmente, pudo superar el grave problema físico que lo había alejado de las canchas por un tiempo prolongado, pero en 2003 decidió decirle basta a la profesión que tantas alegrías, dolores y tristezas le dio a lo largo de su vida.
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