Martín Palermo marcó otro capítulo en su historia el 4 de octubre de 2009, cuando anotó de cabeza desde la mitad de cancha ante Vélez que le dio la victoria a Boca por 3 a 2 en la séptima fecha del Clausura. Con ese tanto había alcanzado los 200 goles como profesional y se había convertido en el décimo futbolista en lograrlo.
El conjunto de la Ribera tenía un partido complicado porque venía de una semana con rumores de salida del técnico Alfio Basile y además comenzó el encuentro en desventaja con el gol de cabeza de Leandro Caruso.
No obstante, cuando finalizaba el primer tiempo Sebastián Battaglia puso la igualdad luego de conectar un córner de Federico Insúa.
Ni bien comenzó el segundo tiempo, el Xeneize recibió otro cachetazo, ya que nuevamente Caruso volvió a poner en ventaja a los de Liniers, luego de una pelota que quedó suelta en el área local.
En ese contexto y teniendo en cuenta que se venía de una fecha que no se registraban triunfos de visitante, Vélez, con la victoria parcial, se estaba colocando como el único puntero.
Sin embargo, el baldazo de agua fría llegó por partida doble, ya que Juan Román Riquelme tras un disparo de afuera del área marcó la igualdad y el salvador, el optimista del gol, como lo tituló Carlos Bianchi, apareció posteriormente para dejar su sello y darle la victoria a los de la Boca.
La gran velocidad que recorrió la pelota desde la mitad de la cancha hasta el arco se compara con un arma y la bala. Germán Montoya despejó mal hacia el círculo central y el balón le cayó al Titán en la cabeza, que sólo tuvo que tomar envión para clavar el frentazo y mandarla al hueco derecho del arco.
Delirio en la Bombonera y sorpresa hasta en los propios jugadores, como Roberto Abbondanzieri que no podía creer el golazo que marcó su compañero. Tras su gol, Martín salió a gritarlo con euforia sacándose la camiseta y revoleándola como un gaucho que baila la zamba. Así, el delantero sumó otra anécdota más a su historia de vida.
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