Vélez se coronó campeón del Clausura 1996 tras empatar como local con Independiente por 0 a 0. Chilavert, el héroe de la tarde, le atajó un penal a Jorge Burruchaga. Mientras que Gimnasia La Plata, único que podía arrebatarle el título a la institución de Liniers, empató 1 a 1 con Estudiantes.
Ambos equipos llegaron a la última fecha con chances de conseguir lo que otros 18 no habían podido lograr, salir campeón. Sin embargo, la gloria fue para uno sólo de ellos: Vélez Sarsfield, que se adjudicó el Clausura con 40 puntos, seguido de Gimnasia con 39.
El conjunto dirigido por Osvaldo Piazza recibió a un Independiente, que poco le importó su historia y salió con un esquema muy defensivo con un solo punta, José Luis Calderón. Por su parte, Vélez, con la ambición de querer ganar y asegurarse el campeonato, chocó con el medio del equipo de Avellaneda que no se interesó por crear fútbol, sino más bien defenderse de los embates de su rival. En medio de este clima de final, se fueron al descanso con un aburrido 0 a 0.
Sin embargo, en el segundo tiempo, el nerviosismo de Vélez le jugó una mala pasada y llevó a Independiente a adueñarse del partido. Tal es así que a los 17 minutos del complemento, Burruchaga tuvo la chance de gol más nítida del encuentro. Héctor Banegas derribó dentro del área a Calderón y Aníbal Hay sancionó penal. Chilavert se vistió de héroe y lanzándose sobre su palo izquierdo, le detuvo el tiro al “10” de los Rojos.
El elenco de Carlos Griguol necesitaba ganar ya que en Liniers persistía la igualdad . Sin embargo, Estudiantes y Gimnasia no se sacaron ventaja. Claudio París había puesto arriba al Pincha y Roberto Sosa, en el complemento, marcó el empate. Pese a la insistencia por parte del Lobo, el resultado concluyó con el 1 a 1 en el Clásico de La Plata. Y una vez más el público tripero veía como se le escapaba la chance de gritar campeón por primera vez en la máxima categoría.
Con el empate ya consumado en la cancha de Estudiantes, a la gente de Vélez poco le importó el 0 a 0 con Independiente y festejó así, su sexto campeonato en cuatro años. En el Amalfitani todo era fiesta: las tribunas decoradas de azul y blanco, la inminente invasión del público a la cancha y la vuelta olímpica de los jugadores y cuerpo técnico fueron detalles de la fiesta que se vivió aquella tarde del 18 de agosto de 1996.
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