miércoles, 18 de mayo de 2011

"El Alemán" Heissinger, protagonista de una despedida extraña

Por Juan Ignacio Repetto

Titular de La Nación del lunes 30 de diciembre de 1929

El enfrentamiento entre Tigre y Lanús del 29 de diciembre de 1929 fue el último partido en la carrera de Adolfo Heissinger. El encuentro, que fue suspendido a poco de comenzada la segunda etapa, es recordado por el puñetazo que el defensor, incitado por el público y completamente fuera de sus cabales, le propinó al árbitro Mascías.


Luego de un primer tiempo tranquilo, los locales pudieron imponerse con un tanto de Ferreira ante un rival muy deslucido. El diario La Nación del lunes 30 de diciembre fue contundente y describió la actuación de Lanús como “una pobre demostración de juego, dando la impresión sus integrantes de que actuaban sin ningún interés”.

Increíblemente, con la ventaja en el marcador y el control de las acciones, el capitán del combinado anfitrión causó la suspensión del partido. A los 9 minutos de la parte final, Heissinger fue penado por el juez por lanzar mal un lateral y, disconforme con la decisión, no acató el fallo.  

Gracias a la nula respuesta de “El Alemán” ante la sanción, Mascías decidió mostrarle la tarjeta roja. Fuera de sí, el jugador no aceptó la pena y decidió quedarse en el campo de juego.

Después de cinco minutos en donde ni los miembros de comisión directiva de Tigre pudieron convencer al expulsado de retirarse del campo, el árbitro suspendió el partido y se encaminó hacia el vestuario.

Heissinger, al ver al juez dirigiéndose al túnel, emprendió su corrida y, alentado por todo el público que pedía a gritos justicia, lo trompeó en la ceja izquierda produciendo un profundo corte. En ese momento, la rabia del capitán de Tigre llegó a su fin y, luego de la definitiva finalización del encuentro, fue trasladado a la comisaría por pedido de Mascías.  

Debido a la pasión que sentía por el club, el defensor vistió la camiseta del elenco de Victoria durante toda su carrera. En 346 partidos entre la temporada 1914 y 1929, el oriundo de Tigre marcó 47 goles y dejó una marca gracias a su amor por los colores y al inédito momento de locura de su partido despedida.

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