Por Matías Orciuoli
A lo largo de su carrera, Aníbal Matellán supo vestir la camiseta de dos equipos del fútbol argentino con la especial particularidad de haber conseguido consagrarse campeón tanto con la camiseta de Boca como con la de Arsenal.
Surgido de las inferiores del Club Eclipse Villegas, el marcador central inició su recorrido en la primera división del fútbol criollo con la camiseta de Boca, en 1995, elenco que no sólo significó el principio de su carrera sino que, a su vez, fue con el que mayor cantidad de títulos consiguió.
La llegada de Carlos Bianchi como técnico marcó una época en la que el conjunto de la ribera logró adjudicarse una importante sucesión de trofeos que lo posicionaron como el máximo exponente argentino en el ámbito local y también internacional y que le permitieron llenarse de prestigio y reconocimientos. Matellán fue uno de los integrantes de aquel plantel que obtuvo el bicampeonato del Apertura ’98 y el Clausura ’99, sumado a una nueva consagración en el Apertura del 2000.
Aún así, los grandes éxitos del hombre nacido en General Villegas (Provincia de Buenos Aires) se produjeron a nivel internacional ya que, en el año del nuevo milenio, Boca arrasó con cada torneo que se le puso enfrente y conquistó la Copa Libertadores para luego viajar a Japón y adueñarse de la Copa Intercontinental tras superar al Real Madrid.
Su primera experiencia en el equipo xeneize se cerró con una nueva consagración en el campeonato más importante del continente americano, en 2001 y de allí partió hacia Europa para jugar en el Schalke 04, donde permanecería durante tres años y, además, se quedaría con un nuevo título: la Copa de Alemania, en 2002.
Como producto de su regreso a la institución que le abrió las puertas en la máxima categoría, el jugador de 33 años pudo celebrar por octava oportunidad en su carrera, aunque en esta ocasión en la Copa Sudamericana de 2004 y bajo la conducción técnica de Jorge Benítez.
Luego de su paso por el fútbol español, Matellán volvió a su país para integrarse al plantel de Arsenal, donde se constituyó como uno de los baluartes en la defensa y se alzó con los que hasta representan los dos últimos títulos de su trayectoria.
Más allá de haber marcado quizá su mejor gol nada más ni nada menos que frente a River y de chilena, la importancia de su paso por el elenco de Sarandí quedó marcada a partir de la obtención de la Copa Sudamericana de 2007, al vencer en la final a América de México, en lo que significó el primer trofeo para los dirigidos –en ese entonces- por Gustavo Alfaro.
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