El 10 de junio de 2007, San Lorenzo se consagró campeón del fútbol argentino por décima vez en su historia al derrotar en la anteúltima fecha de aquel Clausura a Arsenal por 4 a 2, rival contra el que se volverá a ver las caras el próximo martes en Sarandí pero, en esta oportunidad, en una situación bien diferente: buscará los tres puntos para alejarse aún más de la zona de promoción.
Luego de un semestre en el que había sufrido duras e históricas derrotas como por ejemplo el 1-7 ante Boca como local o el 0-5 frente a River en el Monumental, Ramón Díaz asumió la dirección técnica del conjunto de Boedo y, junto con contrataciones importantes como la de Gastón Fernández y Cristian Ledesma, revirtieron la situación desde principios de 2007 y volvieron a colocar al club como uno de los grandes protagonistas del torneo.
Con apenas dos caídas a lo largo del certamen y sin sobrarle demasiado, el Ciclón había arribado a la fecha 18 con la posibilidad de obtener un nuevo título. Para conseguirlo debía hacerse fuerte como local frente al siempre complicado elenco del Viaducto dirigido por Gustavo Alfaro.
El encuentro había arrancado de manera inmejorable para los de camiseta azulgrana ya que con un formidable cabezazo de Cristian Tula y un derechazo esquinado de Ezequiel Lavezzi habían sacado rápidamente dos goles de ventaja, una diferencia que parecía definitiva para un Arsenal que soñaba con amargarle la fiesta a su rival.
Sin embargo, gracias a dos apariciones del goleador Mauro Obolo, el visitante había conseguido nivelar el marcador antes del final de la primera parte para sorpresa de todo el público que había colmado hasta el último rincón del Nuevo Gasometro. Las esperanzas de Boca y Estudiantes (los otros con aspiraciones de consagrarse) renacían y el sufrimiento se volvía a apoderar de los hinchas del Cuervo.
Nerviosismo, ansiedad, asombro. Todos esos sentimientos se manifestaban en las caras de los hinchas, jugadores y cuerpo técnico hasta que Gastón Fernández volvió a adelantar a su equipo cuando apenas transcurrían cuarenta segundos del complemento. Un grito de desahogo y tranquilidad que terminó de sentenciarse nuevamente por obra de la “Gata”, aunque esta vez desde el punto penal.
La victoria se consumó y San Lorenzo pudo festejar la que, hasta el momento, fue su última vuelta olímpica. Hoy la tabla y los bajos rendimientos lo muestran en una realidad bien distinta, tratando de conseguir la mayor cantidad de puntos para escaparle a la promoción al igual que su próximo rival.
El martes Arsenal y San Lorenzo reeditarán un nuevo enfrentamiento personal en el que ambos necesitan el triunfo para intentar salir de la zona caliente. Un duelo clave en la lucha por no descender que hace apenas cuatro años también lo era, pero para gritar campeón.
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