viernes, 16 de septiembre de 2011

De ídolo a querido

Por Nahuel Martínez


Uno de los máximos ídolos de la historia de Boca Juniors, y un jugador bastante querido por la parcialidad de Lanús, Ángel Clemente Rojas también fue un ícono del fútbol argentino al dejar su huella por las décadas del 60 y 70.

“Rojitas” debutó en la Primera del “Xeneize” en 1963, cuando tuvo una actuación descollante en la victoria de su equipo por 3 a 0 frente a Vélez. Al finalizar el partido, salió de la cancha en andas por los jugadores y fue ovacionado por la hinchada boquense.

Pero ese mismo año, el oriundo de Sarandí sufrió dos lesiones graves que casi lo retiran del fútbol profesional. La primera fue en un choque que tuvo con Juan Carlos Devoto, defensor de huracán, donde se rompió los ligamentos y la segunda fue un dolor en los meniscos que poseyó luego de la recuperación de su anterior problema.

A pesar de que no integraba el 11 titular, en 1964 sale por primera vez campeón en su carrera, cuando Boca logra el torneo de Primera División. Un año después, se vuelve a repetir este hecho pero con otro sabor: Rojas fue decisivo para que su equipo obtenga el título en el partido que le marcó un gol a River en la victoria por 2 a 1, dejando al “Xeneize” a un paso de la vuelta olímpica.

En esos años, jugó varios partidos para la Selección Nacional, pero debido a su mal momento en 1965, quedó afuera del Mundial de Inglaterra que se disputó un año después.
“Rojitas” vuelve a la titularidad en el club de “La Ribera” recién en 1969, cuando llega a la conducción técnica Alfredo Di Stefano, quien lo puso todos los partidos y logró el campeonato Nacional. Un año después, vuelve a obtener el mismo trofeo, siendo el autor del gol en la final contra Rosario Central, nada más ni nada menos que en el Estadio Monumental.

En 1972 lo dan a préstamo al Centro Deportivo Municipal de Perú, pero debido a su mal rendimiento, volvió a Boca un año después. Tampoco pudo jugar en el “Xeneize”, ya que estaba muy mal físicamente y su rendimiento no era el esperado.  Por ende, fue vendido a Racing, dejando la institución de sus amores donde jugó 222 partidos y convirtió 79 goles.

En la “Academia”, que sólo jugó 17 partidos y marcó un gol, tuvo un paso fugaz, ya que al año siguiente pasó a Nueva Chicago, donde tampoco pudo dejar su marca.

En 1976 fichó para Lanús, y, ya con 31 años, volvió al nivel que se acostumbraba ver en “Rojitas”. En el “Granate” ascendió a Primera División ese mismo año, y perduró una temporada más siendo una de las figuras del equipo. Pasó a Argentino de Quilmes en 1978 y se retiró del fútbol profesional allí.

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